viernes, 29 de marzo de 2013

Fortaleza del Cerro...Tiroteo entre la Policía y los "tupas"


"Un hecho desagradable que tuve en el parador fue que en 1970 los `tupas` me lo rompieron todo", recuerda Everly Rodríguez, dueño del local del Cerro durante 25 años. Cuando se le pregunta bajo qué pretexto atacaron el lugar, el empresario responde: "porque consideraban que ahí iba a divertirse la oligarquía".
"Pintaron los sillones, las paredes, rompieron todo. Y yo en 10 días lo volví a abrir. Iba la gente a ofrecerme plata, porque necesitaba dinero para reciclarlo. El público tenía un gran afecto por el local. En ese momento estuve a punto de irme del país. Yo había estado dos veces en Porto Alegre y pensé en irme para allá. Pero lo reciclé y siguió caminando", recordó Rodríguez.
Ninguno de aquellos tupamaros le pidió disculpas después. "Yo sé quienes son. Hoy están todos en puestos importantes. Ellos vienen acá (al Hotel Riviera, donde se hacen las actividades de la Asociación de Dirigentes de Marketing) y yo los atiendo. En mi caso, ya olvidé, pero hay mucha gente que no, que sigue dando vuelta la manija", añadió.
PARTE POLICIAL. Los tupamaros habían robado de una casa de Carrasco un automóvil Ford Fairlane que pertenecía al abogado Felipe Paolillo Núñez, catedrático de la Facultad de Derecho. Con él se trasladaron hasta el Parador del Cerro. Era el 13 de diciembre de 1970.
Según la versión oficial, el grupo estaba conformado por cuatro hombres y dos mujeres, que redujeron a Rodríguez y a su madre esgrimiendo sendas armas de fuego. Comenzaron a hacer todo tipo de destrozos. Eran las 8 de la mañana y recién se habían ido los últimos clientes.
Sin embargo, lograron alertar a la Policía, que al principio pensó que se trataba de una broma. Cuando llegaron los uniformados, comenzó un intenso tiroteo a corta distancia. El propio Rodríguez llegó a efectuar un disparo.
Los tupamaros subieron al Ford Fairlane y comenzó una persecución, la cual terminó cuando el vehículo robado pinchó un neumático.
Sus ocupantes fugaron corriendo, sin que pudieran ser aprehendidos. El vehículo de la Seccional 24ª quedó con el parabrisas destrozado a consecuencia de los impactos de bala, pero ninguno de sus ocupantes resultó herido.
El País Digital

"Llegar al Cerro era una excursión, pero el parador siempre funcionó"

Comenzó su actividad empresarial con 25 años en el Parador del Cerro. Hizo del lugar un espacio único, amigándose con el barrio ni bien llegó. Organizó shows con los más importantes artistas del momento y se retiró en 1990, luego de un cuarto de siglo de actividad. Continuó con distintos emprendimientos que lo transformaron en un empresario serio y respetado. Con 68 años, no reniega de sus inicios: aquellos días en los que hacía publicidad con una chata y cargaba parlantes en el baúl de su automóvil.
A. L. R.
-¿Cuánto tiempo estuvo a cargo del parador?
-Desde 1965 a 1990. Empecé cuando tenía 25 años y lo dejé con 50.
-¿En qué estado estaba el edificio en 1965?
-Era una tapera y había un empleado municipal al que le pagaban para que la atendiera. Llamaron a licitación y yo fui el único que me presenté. No conocía nada del negocio de la gastronomía y de ese tipo de cosas. Pero me imaginaba que eso tenía que funcionar, porque era un lugar espectacular, con una vista privilegiada. Sin embargo, no me lo querían dar, porque yo no tenía antecedentes en el oficio. En ese momento, había un Concejo Departamental, no era un intendente solo. Ahí luché, conversé y al final me lo dieron, por lo que empecé mi actividad comercial. Por entonces trabajaba en Ancap. Había turnos rotativos, de 6 horas. Y yo había arreglado hacer desde las 6 de la mañana hasta el mediodía. De tarde, atendía el negocio. Con el tiempo, me compré un jeep y una chata para hacer publicidad rodante. Remolcaba la chata con el jeep por 18 de Julio. Después la desenganchaba, la dejaba en la Plaza Libertad, y me iba al Cerro a cambiarme de ropa.
-¿Cuál fue el primer show que contrató?
-Los primeros que actuaron en vivo fueron Los Panchos. Pero los auténticos Panchos, con "Chucho" Navarro, Alfredo Gil y Enrique Cáceres. Fue un desastre: la gente se iba sin pagar, se escapaba por las ventanas. Pero el espectáculo fue un éxito: ahí me di cuenta que la cosa funcionaba.
-Siguieron varios "pesos pesados" por ese escenario...
-Luego llevamos a Joan Manuel Serrat, a Vinicius (de Moraes), Astor Piazzolla. A todos los conjuntos folclóricos argentinos, desde Los Chalchaleros a Los de la Huella, pasando por Industria Nacional y muchos otros. Los tangueros estuvieron todos. Víctor Mauré, por ejemplo, que era un fenómeno en Montevideo y no tan conocido en Buenos Aires, me llenaba el local los jueves. ¿A quién llevás hoy día a un local de ese tipo entre semana? A nadie. Cuando tocaban Los Olimareños, la gente se agolpaba para entrar. Lo mismo ocurría con Alfredo Zitarrosa. Cuando venía Edmundo Rivero y hacíamos seis o siete "salidas" en el día. Empezábamos temprano en la radio El Espectador, después seguíamos por (los boliches) Bonanza, Cafetín de Antaño y otros. Era muy fácil hacer varias salidas, porque venía con tres guitarreros y ya estaba, no necesitaba más nada.
-¿Qué recuerda de la actuación de Joan Manuel Serrat? Por aquel entonces, el español comenzaba a "descubrir" Montevideo.
-Serrat hacía primero el Teatro Solís y después el Parador del Cerro. En aquel momento nosotros "reforzábamos" el audio que él usaba. Cuando terminó de actuar en el Solís, yo cargué mis parlantes en la valija del auto y salí corriendo para el Cerro para armar todo allá. Hoy, Serrat actúa con un camión de equipos. Son épocas totalmente distintas.
-Algunos de los espectáculos que usted trajo al Uruguay fueron bastante polémicos, como el de la Cicciolina, la porno diputada italiana.
-Fue muy cuestionado. En aquella época mostrar un seno era todo un revuelo. Aparte, eran unos senos comunes, chiquitos. Ahora, lo ves en televisión todos los días con semejantes implantes.
-Visto desde la perspectiva actual el lugar no parece tan atractivo. Hay muchos problemas de seguridad producto, sobre todo, de la pasta base que en aquel entonces no existía. Además, está "a contramano" del actual circuito de boliches…
-En aquel entonces también había otros locales "abajo" en la ciudad. Yo siempre dije: si llevo gente al Cerro, abro un local acá abajo y ando muy bien. Ahí fue que empecé a buscar un lugar para abrir una especie de "sucursal". Hice negocio con el Hotel Oceanía, en la rambla, y abrí New York y el salón Makao, con un tipo de público muy similar. Pero el Cerro fue increíble. La gente iba al parador cuando no estaban los accesos. Daban toda la vuelta por Agraciada y por la barrera del ferrocarril. Ir al Cerro era una excursión. Y mis clientes no eran de ahí, eran del Centro, de Pocitos y de Carrasco. Y pedían por teléfono la reserva.
-¿Cómo manejaba el tema de la seguridad?
-Hay que buscarle la vuelta. Había un "cantegril" por allá atrás, pero no existía la pasta base, era otra gente. Yo les daba trabajo: los ponía a limpiar la cocina, a cuidar los autos, a cortar el pasto. Se integraban al negocio, fue la forma que se me ocurrió de dominar el problema. Y funcionó bien, no había robos ni problemas. Yo salía y veía los shows a través de los vidrios, mientras tomaba un café. Era una satisfacción y un placer ver la casa llena, y que todo saliera bien.
-¿Alguna noche escandalosa que recuerde ahora?
-Una noche en la que actuaba Alberto Cortez hubo un problema con los policías que estaban en el local. Se pusieron a tomar y a discutir entre ellos. Se paró el show y salieron. Entonces, un fotógrafo les sacó una foto. Y yo no tuve mejor idea que llevarla a la jefatura. Se armó un lío bárbaro. Los pusieron presos y yo tuve que ir a un juzgado. Y bueno, obviamente lo que pasó con los "tupas".

Perfil

Nombre: Everly Rodríguez
Edad: 68 años
Ocupación: Empresario artístico, turístico y gastronómico

El amigo de los famosos

Tiene a su cargo el Teatro Metro y otros emprendimientos turísticos y gastronómicos. Su base de operaciones se encuentra, desde hace años, en el Hotel Riviera. Tuvo a su cargo el Parador del Cerro durante un cuarto de siglo, en el que transformó al lugar en un verdadero fenómeno de la movida montevideana. Por allí desfiló lo más granado del espectáculo rioplatense, situación que le granjeó la amistad de muchos artistas. Uno de los últimos shows que produjo fue el de Soledad, que generó polémica por los dichos de la cantante respecto a la producción de celulosa en Uruguay.
El País Digital





La increíble historia de los ex empleados del Frigorífico del Cerro

La justicia tarda pero no llega
Llevan mas de dos décadas esperando cobrar lo que les pertenece. Muchos se han muerto sin ver el dinero.


Andrea Tutté
Alfredo Medina tenía 12 años y un poco de miedo aquel 5 de marzo de 1943, su primer día de trabajo en el Frigorífico Artigas del Cerro. "Asustado, como cualquier gurí", cambió la moña de escolar por la "chapa" que durante los 26 años siguientes lo identificaría como el empleado 5627.
Muchas cosas cambiaron desde entonces. Pero su vida sigue ligada a un frigorífico que hace tiempo dejó de existir. Y la de muchos de sus compañeros también.
Unas 1.200 personas, entre ex trabajadores del frigorífico y descendientes de otros ya fallecidos, llevan adelante una larga batalla judicial iniciada hace 22 años, a través de la cual intentan cobrar un dinero que —aseguran— les corresponde legítimamente.
"No reclamamos como empleados, sino como accionistas que fuimos del frigorífico", explicó Medina, que cree que el litigio debería ingresar al Libro Guinness por lo extenso.
Sus acciones corresponden a Establecimientos Frigoríficos del Cerro, una sociedad anónima creada en 1958 con los locales y maquinarias de los frigoríficos Swift y Artigas, cuando sus dueños extranjeros se retiraron del país. Supuestamente, los trabajadores pasarían a convertirse en accionistas y participarían en la gestión de la nueva empresa. Los hechos posteriores mostraron que no sería tan así.
Tras una historia de más de 30 años signada por conflictos, despidos masivos y una intervención estatal, el Frigorífico del Cerro cerró en 1992, sin haber nunca repartido dividendos entre sus accionistas.
Esto no es raro en Uruguay, donde las sociedades anónimas tradicionalmente han servido más para esconder la propiedad de bienes que para recompensar inversores. Pero en este caso sí hay dinero para repartir: cerca de 740.000 dólares, fruto de la venta de parte del predio de la planta Artigas a la Intendencia de Montevideo, embargados a pedido de los demandantes.
El 15 de octubre, la comisión liquidadora del frigorífico presentó ante la justicia un proyecto de distribución del dinero que fija en 5,11 dólares el valor de cada acción.
Este proyecto no se basa sólo en el reparto de 1958, sino también en una asamblea de 1988 en la que se distribuyeron miles de acciones adicionales entre los 150 trabajadores que quedaban entonces en el frigorífico. De modo que, mientras los trabajadores originales tienen en promedio tres o cuatro acciones cada uno, hay otros que en 1988 pasaron a tener hasta 2.500.
Esto significa que, de acuerdo a la propuesta de distribución presentada, el dinero se repartirá de la siguiente manera: 600.000 dólares entre 150 personas, y 140.000 dólares entre las más de mil restantes.
Indignados, los demandantes planean impugnar la asamblea de 1988 y la distribución propuesta. Todo indica que todavía no se ha escrito el último capítulo de una historia que ya tiene casi medio siglo, y que muchos de sus protagonistas murieron antes de ver concluida
Despidos masivos
Llegando al Cerro, desde el puente sobre el Pantanoso, aún se puede ver un galpón con las, ya muy descoloridas, siglas del Establecimiento Frigorífico del Cerro Sociedad Anónima.
Las enormes instalaciones del frigorífico, que tenía hasta una imprenta para hacer su propia papelería, fueron testigos de la época más próspera del Cerro. Una época que pareció quedar atrás definitivamente el 20 de octubre de 1957, cuando los frigoríficos Swift y Artigas cerraron sin pagar licencias ni despidos.
Para evitar que miles de trabajadores quedaran en la calle, el gobierno de Luis Batlle Berres promovió la creación del Frigorífico del Cerro. Para eso se aprobó la ley 12.542, según la cual los 4.530 trabajadores de aquellos pasarían a convertirse en accionistas de la nueva sociedad anónima.
Las acciones emitidas tenían un valor de 100 pesos y completaban un capital de 15 millones de pesos. La ley establecía que debían ser repartidas entre los trabajadores hasta cubrir la suma que cada uno hubiera debido cobrar por concepto de licencias y despidos impagos por los frigoríficos Swift y Artigas.
"Sin embargo, el nuevo directorio sólo distribuyó las acciones correspondientes a las licencias", explicó Alberto Mariño, uno de los ex empleados de Swift. "No se repartieron las correspondientes a despidos, tal vez porque con ellas hubiéramos llegado, la gran mayoría de los trabajadores, a las cinco acciones que según los estatutos debían tener los accionistas para votar en las asambleas".
"Además —continuó— no es difícil pensar que las acciones que luego se repartieron en 1988 eran las que nos correspondían por concepto de despidos y nunca se nos entregaron".
En los diez años posteriores a su creación, el nuevo frigorífico trabajó sin cesar —llegó a ser el principal exportador de carne del país— y aumentó su patrimonio: adquirió los frigoríficos Durazno y Castro y la planta agrícola de Los Cerrillos. Y en 1968, justo cuando estaba previsto que comenzaran a pagarse dividendos, empezaron los problemas.
Ese año, las medidas prontas de seguridad prohibieron toda reunión pública, incluidas las asambleas de accionistas. En abril de 1969 hubo una prolongada huelga y en agosto, una asamblea de accionistas (realizada bajo "presiones de toda índole", según los demandantes) aprobó una propuesta del directorio para ceder al Estado el control de la sociedad, cuyo patrimonio estaba valuado en unos diez millones de dólares.
El gobierno de Jorge Pacheco Areco nombró entonces una comisión interventora que se mantuvo ya entrada la dictadura. En 1973, un decreto del gobierno militar destituyó a 50 trabajadores, y en 1979 fueron masivamente despedidos otros 1.800; al final de la historia de la planta quedaban apenas 150.
Hasta hoy Medina no se explica con qué criterio se eligieron los 1.800 despedidos. "Si éramos todos accionistas; ¿por qué a algunos los dejaron y a los demás los despidieron?".
Juicio conflictivo
En 1980, un año después de los despidos masivos, algunos de los ex trabajadores del Frigorífico del Cerro decidieron recurrir a la Justicia. Su representante legal era Adolfo Gelsi Bidart, más tarde decano de la Facultad de Derecho y coautor del Código General del Proceso. Gelsi acompañó sus reclamos hasta la muerte, en 1998, a los 80 años.
La primera demanda tenía como objetivo hacer que el frigorífico le comprara a sus ex trabajadores las acciones, como estaba previsto en la ley 12.542 para el caso de los accionistas que dejaran la empresa. "En 1983 tuvimos un dictamen favorable pero, tal como Gelsi nos había advertido, no pasó nada porque la sentencia debía pasar por el Estado Mayor Conjunto y quedó archivada", recordó Medina.
Tras la llegada de la democracia, en abril de 1985, el grupo de ex trabajadores del Frigorífico del Cerro fue el primero en comparecer ante una comisión parlamentaria para reclamar la reactivación de la empresa y la investigación de lo ocurrido durante la intervención.
En 1987, ya eran 750 los ex trabajadores que, reunidos, iniciaron un nuevo juicio ante la justicia civil. El directorio del frigorífico propuso pagarlas a su precio nominal, 100 pesos (que, por supuesto, ya no valían lo mismo). Los ex trabajadores querían que les fueran pagadas a un precio proporcional al patrimonio de la empresa.
En ese entonces, un contador designado por la justicia determinó que el patrimonio de EFCSA llegaba a 5,4 millones de dólares, por lo que cada acción hubiera valido unos 92.800 pesos.
El nuevo juicio estuvo signado por distintos pedidos de embargo trabados por los demandantes y levantados una y otra vez a pedido de los abogados del frigorífico, y de apelaciones que llegaron hasta la Suprema Corte.
Paralelamente, la empresa cerró y entró en proceso de liquidación en 1992, lo que supuso comenzar a vender sus propiedades para pagar sus cuantiosas deudas. Como parte de este proceso se vendió un sector del predio de la planta Artigas a la Intendencia de Montevideo. Descontadas las deudas con la DGI y el BPS que la Intendencia pagó como parte del trato, quedaron unos 740.000 dólares que fueron embargados en 1995 a pedido de los demandantes.
En 2001, el abogado Darwin Rodríguez, discípulo de Gelsi, decidió presentar un nuevo juicio. En esta ocasión, lo que se reclamó fue que la Comisión Liquidadora brindara una rendición de cuentas sobre el resultado de la liquidación, y propusiera un mecanismo para repartir entre todos los accionistas el dinero embargado.
"Esto no implica renunciar a ninguna reclamación futura con respecto a los bienes que hayan sido mal liquidados o que hayan desaparecido del patrimonio, sino que se refiere simplemente al reparto de ese dinero", afirmó González.
Lo justo y lo legal
Kilos y kilos de papeles que documentan la historia del Frigorífico del Cerro descansan hoy en uno de los grandes galpones que formaban parte de la planta Artigas. Bajo una espesa capa de polvo desprendido de las paredes de la añosa construcción se acumulan ordenadas pilas de planillas y ficheros de metal donde se guardan los legajos de quienes alguna vez trabajaron allí.
"Esto era algo impresionante", afirma Ernesto Vergara, uno de los tres miembros de la comisión liquidadora designada por los trabajadores aún en actividad cuando en 1992 cerró la planta. Los miembros de la comisión —Ander Marizcurrena, Adriana Araújo y Vergara— cobraron un sueldo mensual de 1.000 dólares desde junio de 1992 hasta agosto de 2000: desde entonces se trabaja honorariamente porque la tarea ya estaba casi concluida y "no se justificaba estar pagando tres sueldos".
Vergara, que entró a trabajar en el frigorífico a los 18 años, en 1968, afirmó que en un principio nadie esperaba que la liquidación arrojara un saldo positivo.
Finalmente, lo único que sobró fue el fruto de la venta de la Planta Artigas, embargado por los demandantes. Sin embargo, el liquidador asegura que el embargo no era necesario: "es más, fue perjudicial, porque ese dinero al ser embargado dejó de generar intereses".
Vergara también dice creer que la propuesta de reparto presentada por la comisión liquidadora que él mismo integra "es injusta, pero el problema es que a veces lo que es justo y lo que es legal van por caminos separados".
Sin embargo, los demandantes afirman que la propuesta de distribución del dinero entre los accionistas no sólo es injusta, sino también ilegal. Por eso, González planea solicitar la nulidad de la asamblea de reparto de acciones de 1988, "ya que la ley 12.542 dispone que los únicos titulares del reparto accionario pueden ser los obreros de los frigoríficos Artigas y Swift que figuren en las planillas al 1º de diciembre de 1957".
La asamblea de 1988, a juicio del abogado, "fue una maniobra con la que una minoría buscó preservar para sí el patrimonio de la empresa. Porque ¿cómo puede ser que aparezcan algunos de ellos con hasta 2.600 acciones, cuando la mayoría de los empleados originales de Swift y Artigas apenas tienen cuatro o cinco cada uno?".
Vergara, en cambio, insiste en que la asamblea de 1988 fue legal según los estatutos, y que las "acciones de reserva" repartidas entonces fueron pagadas por los empleados. Cada acción se pagó a su valor nominal, es decir, a 100 pesos, que en 1988 no servían para mucho.
"Por eso digo que la solución es injusta, ya que esas acciones no le costaron lo mismo al que las pagó a 100 pesos en 1988 que al que las pagó a 100 pesos en 1958", afirmó. "Por eso, tal vez incluso hubiera sido mejor que no sobrara nada, para evitar esta situación. O se podría haber destinado el dinero para alguna obra social de la zona".
"Lo que es justo"
Aún hoy, cuando ya venció el plazo para registrarse como accionistas, siguen apareciendo ex trabajadores del frigorífico. Llevan en sus manos las acciones que les fueron entregadas a ellos o a sus padres, y preguntan si es cierto que esos papeles amarillentos tienen algún valor.
Algunos, incluso, piden para el boleto, porque no tienen dinero ni para eso. Muchos guardan grandes expectativas sobre el posible valor de esas acciones. Y como no todos tienen claro exactamente cómo es el procedimiento, circulan versiones de todo tipo.
"Hay gente que llega y dice ‘vengo a cobrar’", explicó Mariño. "Incluso un hijo asesinó a su madre adoptiva porque creía que ya había cobrado y quería quedarse con el dinero".
Sucedió el año pasado en el barrio Maracaná. La señora, de apellido O’Neill, era esposa de Dilber Canto, un ex empleado ya fallecido.
Muchos de los accionistas son septuagenarios u octogenarios y otros han muerto sin llegar a ver sus acciones transformadas en dinero. Medina y Mariño recuerdan especialmente a José Almeida, un antiguo compañero que inició el reclamo original y murió en junio.
Si bien saben que muchos de los ex trabajadores del frigorífico necesitan con urgencia el dinero que pueda obtenerse del juicio, para ellos el reclamo tiene mucho de simbólico. "A nosotros –afirmó Medina– se nos dijo que éramos accionistas de una empresa, se nos repartieron acciones que correspondían a dinero que nos debían, y nunca vimos un peso. Estamos reclamando lo que es justo, lo que nos corresponde".

EL PAIS DIGITAL

Asociación de Jubilados de la Industria Frigorífica


En plena Villa del Cerro, se encuentra la Asociación de Jubilados de la Industria Frigorífica. El Municipio conoció de cerca la organización que forma parte de la rica historia e identidad del Cerro.
Entrevista a la Asociación de Jubilados de la Industria Frigorífica
Organización, Cultura e Identidad
La Historia en Movimiento
En la calle Grecia 3681, plena Villa del Cerro, se encuentra el local de la Asociación de Jubilados de la Industria Frigorífica. Allí estuvimos de visita para conocer un poco más  acerca de esta organización que forma parte de la rica historia e identidad del Cerro.
La asociación integra a 200 personas y se encuentra en funcionamiento desde 1997.
Fuimos recibidos por el delegado de la asociación ONAJPU,  Alberto Rentaría, hijo de trabajador de los frigoríficos, socio colaborador y jubilado por antecedentes de persecución política.
Entrevistamos al encargado del museo y de la biblioteca del local, Walter Chagas,  quien  participa en la comisión directiva y fue trabajador de la industria frigorífica.
- Contános  brevemente los inicios de la Federación de la Carne.
El 7 de enero de 1942 comenzó a funcionar el edificio la Federación Autónoma de la Carne y Afines. En ese momento los trabajadores de los frigoríficos Swift, Nacional y Artigas se reunían en este local.
Los colores de nuestra bandera son el rojo, verde y blanco, colores típicos de inmigrantes italianos.
Dentro de esta federación es que nace, en Uruguay, la organización anarco-sindicalismo, -desconocida en otros lugares-, de la mano de los inmigrantes que venían de Europa: alemanes, polacos, rusos, italianos y españoles entre otros.
Debido a diferentes circunstancias que se fueron dando, los frigoríficos desaparecen de esta zona, por intereses de nuestros enemigos de clase. La asociación surge como una organización clasista, con una concepción de clase, de defender sus intereses y aportar con nuestro trabajo, el de nuestros padres y nuestros abuelos. Casi todas las personas que vos te encuentres acá tuvieron un padre, abuelo o tío que trabajó en la industria frigorífica.
En sus mejores momentos, en el Cerro había entre 10 y 15 mil personas trabajando.
Después del oscurantismo hubo epopeyas impresionante. Fueron 20 años (desde 1950 a 1970) donde el movimiento sindical, en el Cerro, fue demostrativo no sólo de su firmeza y solidaridad en la lucha, sino de la unidad. Fue uno de los propulsores, más allá de que no fue fundador, del congreso del pueblo y la CNT.
- ¿Cómo se inicia la asociación de jubilados de la Industria frigorífica ?
Se llega por que desaparece la industria frigorífica del Cerro y los viejos trabajadores ya jubilados y algunos en proceso de jubilarse no querían perder este local. Cuando terminó el período de la personería jurídica buscamos seguir con la historia de esto y hacer lo mismo que se hacía en la época de la federación nativa. La asociación se funda con el fin de seguir custodiando el local en el año 2002, pero se organiza antes, en el año 1997.
Como asociación nosotros nos pusimos como meta realizar lo mismo que hacían los trabajadores, abrir las puertas de la federación al Cerro y su cultura, en lo edilicio, en sus tradiciones, mostrarles a los jóvenes, adolescentes y niños quiénes eran sus abuelos y sus padres. Queremos que sepan por qué hay una chimenea sobre la playa del Cerro, por qué hay otra en la entrada del Cerro, qué era eso que hoy se llama PTI (Parque Tecnológico Industrial), qué era aquello que está en la marina, qué era aquel Frigorífico Nacional. También hablamos de qué era un frigorífico, porque  hoy en día un frigorífico es muy diferente a lo que era antes. Hoy un frigorífico sólo mata carne y terciariza todos sus derivados.
La asociación promociona que los niños sean los más privilegiados, pero además, apostamos a que los viejos tengan el privilegio de pasar sus años de la mejor manera, que la persona, estando en actividad, pueda mantenerse joven.
No sólo preservamos las salas de sesiones, también la biblioteca que fue fundada en 1942 mantiene su espíritu de servir a la comunidad. En el museo tenemos fotos, retratos y otros materiales que rescatan la cultura frigorífica, sus mártires y nuestra identidad como cerrences. Tenemos el teatro que lo rescatamos hace 2 años, fue fundado en 1958 como sala de congresos de los delegados de la Federación Autónoma de la Carne y Afines, en la década del 40 y 60 la importancia de esos congresos era tremenda. Hay otras salas, donde actualmente no tenemos actividades, pero esperamos ponerlas en funcionamiento pronto.  
En este local se dan cursos de artes visuales, de pintura, se hacen tanguerías, flamenco, se practica karate y hacemos excursiones. Tenemos bastante actividad social, digamos que es un centro cultural además de una asociación de jubilados, es un lugar de recreación, encuentro, discusión y conferencias.
- ¿Cuáles son los objetivos o aspiraciones que tiene la asociación a futuro?
Debido a la edad de los integrantes de la asociación, en el aspecto organizacional, se tiene como principal objetivo que se integren jubilados de otros sectores y de la comunidad, con la aspiración de sumar más personas y que el lugar funcione como un centro cultural propiamente dicho.
Por otra parte, en el aspecto de la actividad del lugar, se espera entrar en los fondos concursables, la idea sería disponer y adaptar el salón de conferencias (donde funciona el teatro) con una movilidad que permita desarrollar diferentes actividades como flamenco, taekwondo, teatro, carnaval, un espacio para niños, karate, un espacio para los veteranos y tango. Esa es la proyección cultural que tenemos a futuro.
Gonzalo Irigoyen/IM


1º de Mayo de 2010 Marcha de la Columna Cerro-Teja


Trabajadores, vecinos, compañeros del Cerro, nuevamente un 1º de mayo nos convoca, nuevamente partimos desde nuestra barriada al acto de los trabajadores no sin antes detenernos unos breves minutos a rendir justo y sentido homenaje a los mártires de la industria frigorífica, todo un emblema de lucha y compromiso. A aquellos que junto a otros trabajadores y vecinos fueron marcando un camino de dignidad y solidaridad que nosotros debemos cuidar de continuar forjando.


Algunos acontecimientos que marcaron la historia social y comunitaria en Cerro Norte


El barrio San Rafael, uno de los más antiguos de la zona, remonta la historia asociativa y organizacional al
comienzo de la década del 80. No surge de los relatos de vecinos que el proceso de ocupación tuviera una
planificación previa al hecho concreto, pero sí queda de manifiesto, la celeridad con que lograron una
incipiente asociación que les permitió a los primeros ocupantes darse a si mismos una forma de accionar
que priorizó lo colectivo
y los objetivos grupales de apoyo mutuo “…tener calles, marcar manzanitas, cada uno solar... se venia se tiraban un par de estacas y una piola.......con lana se median los terrenos”.
En poco tiempo, la ocupación se precipita: “fue algo que explotó en el momento”… “cuando se vio que la gente se venia y bueno… siempre algún líder tiene que haber, siempre hubo alguno que fue ordenando o explicando al que no sabía como había que hacer las cosas”. Este rol de liderazgo aparece depositado y asumido en quién seria el primer presidente de la Comisión de Vecinos.
El barrio Treinta y Tres Orientales, presenta características similares en sus orígenes, sin embargo los
relatos de antiguos vecinos, dan cuenta de algunas particularidades que parecen señalar necesidades y
prioridades diferentes: “yo vine cuando ya se empezaron a agarrar los terrenos por un anuncio que había por la radio que estaban dando terrenos para agarrar... esa fue una información por radio que estaban dando terrenos de este lado; ...cuando vinimos nosotros ya habían algunos, y otros agarrando algunas partes.... Y así nos fuimos comunicando de un vecino a otro...empezamos a medir los terrenos y así se fue armando el barrio: ...después cuando éramos unos cuantos nos ayudábamos a cerrar las partes, nos juntábamos entre cuatro o cinco vecinos y veíamos “vamos a hacer esto acá” siempre respetando la calle...todo campo, había pasto que teníamos que cortar impresionante... Estábamos horas limpiando con azadas los que habíamos agarrado los terrenos y ahí nos fuimos ayudando unos a otros y se fue armando el barrio.... Cada uno de nosotros iba a darle una mano a cada vecino, en ese sentido hubo un apoyo grande de cada vecino para ayudarnos...”De esta solidaridad colectiva y bastante espontánea, se pasa rápidamente a incipientes formas de organización: “...nosotros cuando éramos unos pocos armamos una especie de comisión y conversábamos sobre qué podíamos hacer para las calles, el alumbrado y todas esas cosas... los logros que se consiguieron para el barrio fueron las canastas y la leche.... a principio se consiguieron 20 litros de leche que había que irlos a retirar del expendio municipal que esta allí en La paloma y camino de las Tropas y después se ascendió a 80 litros de leche que había que ir todos los días a buscarlos de madrugada, yo lo hice montones de veces con el barro por las rodillas... Porqué aún no habían calles... no, no había nada... era un camino de tierra y el resto era chirca y pasto.” La necesidad de atender necesidades elementales de alimentación, da cuenta de un perfil socio económico de carencias básicas. El barrio Nuestra Casa vivió una historia similar, constando en sus primeros registros la formación de una comisión de vecinos entre junio y agosto de 1989, cuyos integrantes se planteaban como objetivos principales la construcción de un salón comunitario y acceder a bancos de materiales de construcción. Nuevamente los matices propios emergen desde las necesidades e intereses originales: comprar los terrenos ocupados, conectarse al saneamiento, gestionar servicios de recolección de residuos domiciliarios, luz eléctrica y teléfonos públicos
Los vecinos del barrio Amanecerparecen ser los asentados más recientes en términos relativos, aunque sus
historias, hechos y acontecimientos no difieren sustancialmente en la formación de un barrio construido en
los márgenes del bañado. Recuerdan que había gente que “quería agarrar terreno” por el lado del bañado;
“comenzamos a trabajar por esa zona”... “venia gente a cada rato a preguntarnos si había algún terreno para agarrar y nosotros les decíamos donde estaba libre”..., “después se habló con la Intendencia y nos dijeron que ahí no se podía (el bañado) porque no era suelo firme pero la gente hacía igual”. Desde entonces y hasta la actualidad está muy presente en estos vecinos el compromiso y la necesidad de autocontrol ante nuevas ocupaciones.No deja de sorprender cómo a pesar de las circunstancias comunes e historias similares que la memoria colectiva conserva de estos tiempos de ocupación y formación de los barrios, las características y énfasis que cada uno le imprimió a partir de sus necesidades y prioridades, están aun hoy presentes en los barrios y son parte de las particularidades que se debieron atender y preservar en el proceso de trabajo desarrollado junto con ellos.


La construcción de las viviendas particulares y las acciones para lograr “un lugar donde reunirnos”,marcaron estos tiempos de ocupación de terrenos en Cerro Norte. Nuevamente algunos énfasis diferentes surgen de los relatos de estos antecedentes comunesEn el caso de “San Rafael, las reuniones de vecinos se hacían al aire libre, hasta que el sacerdote de la parroquia San Rafael (ubicada en C. M. Ramírez y Cuba y de la cual el barrio toma el nombre), ante la solicitud de l@s vecin@s aporta en préstamo un espacio para realizarlas. Se recuerdan especialmente las campañas para recaudar fondos para construir la actual sede: la campaña del bloque, la elaboración de comidas, etc.Las primeras viviendas de material llegan al barrio San Rafael con el apoyo de la Iglesia católica a través de la parroquia; el cura párroco obró de mediador ante instituciones de EE.UU. para obtener donaciones para el mejoramiento de las viviendas. Estas solicitudes tienen su respuesta en entre los ´85 -´86: “Aquí en la sede
no quedaba un lugar para una bolsa de pórtland, puertas, ventanas…”. La selección de las familias beneficiadas con canastas de materiales, les correspondió a los representantes de la iglesia, aunque también recabaron la opinión de la comisión. A unas pocas familias que se le construyó la vivienda completa, a otras el aporte de materiales fue para el mejoramiento o ampliación. Surgen nuevamente en los relatos los recuerdos y reconocimientos hacia el presidente de la comisión de entonces, por sus características de liderazgo y asesoramiento a los vecinos en la delimitación de los lotes y el diagramado de las calles.


Los conflictos originados por enfrentamientos de poder, manejo poco claros de de economías y materiales, el desgaste de unos pocos y el desánimo de muchos, fueron elementos que confluyen en distintos relatos de
acontecimientos y episodios de algunos vecinos. Identificando en ellos, las dificultades para consolidar las organizaciones barriales y vecinales.La profundización de la crisis social y económica, la agudización de las malas condiciones de vida, también son parte de las explicaciones acerca del deterioro social y organizativo a nivel comunitario: “Ha venido mucha gente nueva, nos conocíamos toditos y había una buena coordinación, si había que hacer algo en el barrio lo hacíamos.”...“Después mientras trabajábamos todos con unas calores bárbaras...aquel estaba sentado tomando coca cola... el otro que desperdiciaba el agua del surtidor y decía – es público, es público”... “fue cambiando porque vino más gente, también se quedaban sin el trabajo que tenían y sus hijos se criaron en la calle... 




Cerro Norte su historia y desarrollo I

Ubicación física e infraestructura urbana


“Cerro Norte” presenta una clara ubicación urbana dentro de la zona oeste de Montevideo, al norte de la
antigua Villa del Cerro, y al sur de los Accesos a Montevideo de las rutas N° 1 y N° 5. Está integrado a los
efectos del programa por los barrios Nuestra Casa, San Rafael, Treinta y Tres Orientales y Amanecer,
asentados en terrenos municipales del Zonal 17, limitado por las calles Santín Carlos Rossi al este, La
Paloma al norte, Camino de Tropas y Av. Federico Capurro al oeste, y Carlos María Ramírez al sur.



En este sentido, el entorno constituido por los barrios Municipal 31, Las Cabañas, los Complejos
Habitacionales 19 de Junio y 19 de Abril y el barrio Artigas, fueron considerados desde el inicio como parte integrante de una zona que interactuando desde la cotidianidad, sería impactada por el proyecto barrial y de infraestructura urbana. Si bien en términos relativos se trata de un espacio físico relativamente acotado a
nivel local, concentra una población de aproximadamente 10000 personas, asimilable a una ciudad del
interior del país.


Respecto al acceso a servicios de agua potable y energía eléctrica, se detecta que la mayoría de las
familias acceden a ellos; aunque muchas lo hacen en forma precaria y con exposición a situaciones riesgosas
por las condiciones en que se realizan las conexiones y los arreglos ante los cortes por sobrecarga, etc.
Asimismo, 108 hogares reciben el agua por cañerías fuera de la vivienda y 14 de ellos desde fuera del lote.
El 5% de las construcciones, no acceden al agua potable, siendo la que se usa en el hogar de orígenes poco
salubres.
Al momento de la realización del diagnóstico inicial, la zona no contaba con saneamiento, estando éste en
proceso de construcción por obra municipal. La evacuación de aguas servidas se realizaba a través de
cunetas, pozos negros o directamente en superficie o cañada. Los datos censales primarios indican que el
10% de las viviendas no cuentan con servicios higiénicos. De aquellos que sí tenían, aproximadamente el
20% realiza la evacuación en superficie, en la cañada o en la cuneta más próxima, generando importantes
consecuencias negativas en el ambiente, en las personas y su condiciones de salud.


Las viviendas, muchas de ellas han sido auto construidas con materiales sólidos en paredes y piso, y
techos livianos. Algunas de ellas presentan graves problemas de habitabilidad más allá del material con el
que están construidas. Son las construidas en chapa, cartón, nylon, las que presentan las peores condiciones.
Sin embargo muchas otras, construidas con materiales sólidos, (bloque sin revoque y techos de chapa sin
cielorraso), presentan importantes condiciones de inhabitabilidad, que impacta directamente en las
condiciones de vida de las personas: mala aislación del medio, humedad ambiente, filtraciones de agua y
condensación interna. Estas condiciones se agravan en no pocos casos, por las situaciones de hacinamiento,
algunas extremas.

 Surgimiento y Orígenes: Principales hitos poblacionales


La reconstrucción histórica que realizan los vecinos, dan cuenta de un núcleo reducido de 23 familias que se
asientan en la década del ´60 en la zona, situación que permanece relativamente incambiada en las dos
décadas siguientes.




Los relatos recogidos de antiguos pobladores de la zona recuperan de la memoria personal y colectiva las
imágenes de hacía 40 años atrás en las que Cerro Norte era “un campo en el pastaban el ganado del
frigorífico Artigas...En el terraplén había un embalse que abastecía de agua a las vacas... no
éramos más que 30 vecinos... se piensa que el barrio 33 lleva ese nombre porque durante mucho
tiempo ese fue el número de familias originales”


La imagen de “gran espacio verde” con escasas construcciones y unas pocas familias son una y otra vez
referenciados en los relatos de las personas de mayor edad que aún viven en la zona y de otras de mediana
edad que la recuperan de la historia oral de los barrios, fuertemente asociada al Cerro obrero de la industria
frigorífica.
Se ubican dos grandes oleadas de poblamiento de la zona, en las décadas del ´80 y ´90. Los datos censales lo reafirman, identificando a aproximadamente el 75% de crecimiento demográfico en este periodo.




“Y en ese momento no
había nada más en la
vuelta que no fuera pasto y
el bañado... En 1984 “era
todo campo, poquitas
casas, poquitas casas no,
poquitas piezas”...” a lo
sumo había 20 casas en
todo el barrio,... existía una
cancha de fútbol en pasaje
3 y continuación
Dinamarca...de tierra las
calles, por supuesto sin
agua”.


“Cuando reajustan los alquileres no puedo pagar más y me tengo que ir; tengo que optar entre
comprar un terrenito o construir; entonces y con la ayuda de mis hijos empiezo a edificar en un
terreno que no es mío. El terreno que actualmente ocupo…”.


Así como en la década anterior, las causales socioeconómicas representan los motivos mayoritarios a través
de los cuales las familias explican la mudanza hacia el asentamiento (45% de los hogares), la segunda “oleada” de los ´90 podrían encontrar en la formación de nuevos hogares la principal variable a considerar
para explicar el crecimiento demográfico registrado. Algunas familias originarias de los complejos
habitacionales 19 de Junio y 19 de Abril, van decidiendo la ocupación paulatina de los terrenos linderos
como estrategia para enfrentar las condiciones de hacinamiento.
Desde el inicio fue posible identificar lazos de parentesco, amistad y relacionamientos vecinales que
confirman estas conductas expansivas de las familias condicionadas además por una estructura edilicia que
fue concebida como transitoria y que no acompañó las características demográficas y sus necesidades
familiares1
. No menos relevante es el crecimiento registrado en los 4 años anteriores al Censo de 2004,
básicamente asociado a los nacidos en el asentamiento, sin perjuicio de la migración desde otros barrios.


Estas tendencias localizadas en el territorio especifico, deben ser consideras dentro del contexto global en el
que se generan, en las que estas expresiones micro locales no hacían más que dar cuenta de procesos macro
sociales que las atraviesan y trascienden. Es decir, estos procesos de ocupación y conformación de los estos
4 barrios que conforman la zona Cerro Norte, son parte de procesos migratorios internos que luego se
expresan en el crecimiento poblacional que registra la zona oeste de Montevideo, con valores que oscilan
entre el 50 y 39% según datos intercensales del Instituto Nacional de Estadística. De los cuales los
asentamientos, constituyeron la principal expresión de esta movilidad poblacional. Asimismo, el contexto de
crisis socioeconómica sufrida por estos sectores de población, particularmente en las últimas décadas,
encuentra un punto de inflexión aguda a partir del año 2002.
En este sentido, las historias personales recogidas a lo largo del proceso de trabajo, se integran a historias
sociales del proceso de afincamiento. La reconstrucción de los antecedentes e historias de afincamientos en
los barrios, surgen en sus relatos, asociados a experiencias colectivas y de relacionamiento entre vecinos para lograr mejorar las condiciones de vida, el acceso a servicios por entonces inexistentes (agua, luz, transporte, etc.) y de integración a la zona.









Barrios

Casco del Cerro, Casabó, Pajas Blancas, Santa Catalina, Cerro Norte, La Boyada, Cerro Oeste y zona rural.

Límites

Costa del Río de la Plata, arroyo Pajas Blancas, Cno. Pajas Blancas, Cno. Tomkinson, Ruta Nº 1 Nueva, Ruta Nº 5 Brig. Gral. Fructuoso Rivera, puente sobre brazo del arroyo Pantanoso y arroyo Pantanoso hasta la bahía.






Parque Tecnologico del Cerro


ORIGEN DEL PTI CERRO

• Creado por la IM en 1995
• Es el primer Parque Industrial del Uruguay
• Objetivos sociales basados en el trabajo
• Utilizando estructuras industriales en desuso
• Primeras empresas se instalan en 1998
• Gran esfuerzo y muchas dificultades


PROCESO DE CRECIMIENTO

• Fuerte promoción genera el aumento del
número de empresas instaladas
• Comienza la conformación de la estructura
administrativa
• Crecimiento genera necesidades
• Necesidades generan problemas


80 micro, pequeñas y medianas empresas
nacionales (instaladas y en proceso de
instalación)
• Más de 800 trabajadores
• Mano de obra proveniente de la zona: 60%*
• Facturación anual estimada: US$ 20.000.000*
• Monto anual en salarios volcados a la zona:
US$ 2.900.000*
• Aumento del valor inmobiliario: + de 10 veces


CONCLUSIONES



• El PTI es una realidad incontrastable
• La experiencia de la participación PúblicoPrivada y la diversidad de emprendimientos es
clave para el éxito del Parque
• La IM reconoce la necesidad de cambiar
• APROPIT apoya el proyecto y colabora en
forma permanente mediante propuestas
• APROPIT presenta su visión y un proyecto



Estadio Luis Troccoli

Inaugurado el 22 de agosto de 1964, lleva el nombre en homenaje al impulsor de su obra. Se destaca el mural del pintor Leopoldo Novoa. Cuenta con capacidad para 25 mil personas distribuido en cuatro tribunas: Argentina, Brasil, Chile y Paraguay.




El Cerro, un viejo barrio en retirada

Villa del Cerro. Sus pobladores, que disminuyen y han envejecido, conservan una fuerte identidad y cierto orgullo. Pero al Norte y al Oeste proliferan los asentamientos en tierras municipales.

MIGUEL ARREGUI

¿Es "zona roja", una trampa para ingenuos? Los lugareños lo niegan. En la barriada, repleta de leyendas, se vive con relativa tranquilidad, aunque en los amplios territorios que la rodean abundan las acechanzas.

Entre fines de la década de 1950 y la de 1960, un tiempo de creciente depresión económica y radicalismo político, el puente sobre el Pantanoso, límite Este de la Villa del Cerro, fue el epicentro de repetidos combates entre manifestantes de la industria frigorífica y policías. Se lo conoció como "Paralelo 38", en alusión al belicoso límite entre las dos Corea.

Mucha agua y de la sucia ha corrido desde entonces bajo el puente del Pantanoso. La Villa del Cerro, que hasta entrado el siglo XX fue una población cercana pero diferente de Montevideo, es ahora un barrio más, con sus grandezas y miserias, aunque con signos distintivos y cierto orgullo.

La barriada se integra con personas que conservan "una fuerte identidad y que, en general, no se quieren ir", afirma la psicóloga Adriana Rojas (46), concejal del Municipio A en representación del Frente Amplio-MPP.

Pese a que desde hace al menos medio siglo el Cerro es un "barrio dormitorio", habitado por personas que trabajan lejos de casa, encuentran en él lo que desean y a bajo costo: reconocimiento, una rambla, una playa, paisaje y sol, dice la concejal Rojas.

Eduardo González (49), un empresario que vivió muchos años en el barrio aunque ya no, está de acuerdo. "La gente no necesitaba ir a Montevideo: acá tenían todo lo que deseaban". González rememora: "El viejo Taboada, que ya murió, pasó 20 años sin cruzar el puente del Pantanoso. ¿Para qué?".

VILLA COSMÓPOLIS. El cerro de Montevideo, que da nombre al barrio, es una formación de rocas cristalinas que domina el área desde sus 136 metros de altura. Es la zona más alta de la capital uruguaya, seguida por el Cerrito. Lo coronan la vieja fortaleza erigida entre 1809 y 1811, museo militar desde su restauración completada en 1939, y un faro que, con diversos cambios, está operativo desde 1802. El Cerro es un símbolo característico de la ciudad, tanto que le dio nombre (Monte vidi) e integra el Escudo Nacional, creado en 1829, antes de que hubiera barrio alguno en la zona.

En la antigua zona colonial llamada Estancia La Caballada del Rey, más tarde ocupada por malolientes saladeros y graserías, algunos empresarios pioneros fomentaron una urbanización destinada a esclavos e inmigrantes. El proyecto fue reconocido formalmente el 9 de septiembre de 1834, cuando el vicepresidente -luego presidente interino- Carlos Anaya decretó la fundación de Villa Cosmópolis, en griego "Ciudad Universal", proyecto impulsado luego por el presidente Manuel Oribe, quien asumió el 1º de marzo de 1835. Entonces Montevideo no tenía más de 20.000 habitantes concentrados en Ciudad Vieja, el naciente Centro (entonces llamado Ciudad Nueva) y una zona circundante de chacras, viviendas aisladas y rancheríos.

"Hay pocos lugares en el mundo, diría ninguno de su tamaño, donde la comunidad se forme de tan diferentes naciones. Aquí se pueden encontrar españoles, brasileños, italianos, franceses, ingleses, portugueses, hamburgueses, suecos, prusianos y rusos; también americanos y sardos", observó el viajero inglés W. Whittle en 1842, cuando el gobierno de Montevideo, presidido por Joaquín Suárez aunque liderado por Fructuoso Rivera, estaba en guerra con los blancos y federales de Manuel Oribe y Juan Manuel de Rosas.

La interminable Guerra Grande, librada entre 1839 y 1851, hizo del Cerro tierra de nadie: área de combates esporádicos. Pero la población se incrementó radicalmente en la segunda mitad del siglo XIX, cuando el país multiplicó el número de habitantes casi por diez, con el aporte de extranjeros de las más diversas nacionalidades. Entonces el Estado oriental era "la California del Sur", al decir del argentino Juan Bautista Alberdi.

En la zona del Cerro, todavía región agrícola, proliferaron los saladeros, barracas, depósitos de carbón, pequeños astilleros y muelles. Los obreros se radicaban en derredor. En 1867 las calles de la ya denominada Villa del Cerro tomaron la nomenclatura de "Veintisiete naciones, una confederación y una provincia de España", según un diario de la época. La población se comunicaba con Montevideo mediante barquichuelos que atravesaban la bahía o bien, dando un rodeo, por barrosos caminos que cruzaban malamente los arroyos Pantanoso y Miguelete.

DOS ZONAS: NORTE Y SUR. En la actualidad el Cerro también es un nombre genérico que, en el imaginario popular, se aplica a un territorio muy grande y muy poblado, con amplios manchones de asentamientos misérrimos y proliferación de "zonas rojas" delictivas. Pero en rigor es un barrio tradicional, apacible e integrado, con aire de ciudad del Interior, que se ubica en las faldas del Cerro de Montevideo y la bahía portuaria. No tiene más de 429 hectáreas y reúne unos 30.000 pobladores.

Si bien el Oeste de Montevideo no es precisamente un sitio de moda, la mayor parte de los líos están más allá de las fronteras estrictas del barrio Cerro.

La avenida Carlos María Ramírez divide el barrio en dos zonas muy diferentes: al Sur el casco tradicional de la Villa, con la mayor parte de los servicios, el cerro, el parque Carlos Vaz Ferreira, la fortaleza y la playa; al Norte, hasta la ruta 1, se acomodaron los más pobres, los establecimientos fabriles, áreas de depósitos y los asentamientos precarios de población en tierras municipales. Cerro Norte y más allá es "zona roja" por excelencia, como ciertas áreas ubicadas al Oeste del camino Cibils, en los alrededores de Casabó.

Con el paso de los años las barriadas precarias se han ido regularizando: calles, agua, electricidad, a veces saneamiento y los inevitables impuestos; pero otras nuevas brotan como hongos.

Al noroeste del Cerro todavía predominan las zonas rurales: el Rincón del Cerro; en tanto Pajas Blancas, que se ubica al Oeste de Casabó y Santa Catalina, conserva cierto perfil de balneario.

¿El poblador tradicional de la Villa se siente agredido por el entorno de marginación y "zonas rojas"? "Ya no, lo entendieron", afirma la concejal Adriana Rojas, quien vive en la zona desde hace 26 años. Esa resignación comenzó cuando, durante el gobierno de Juan María Bordaberry (1972-1976), muchas familias del Borro fueron instaladas en complejos de viviendas (llamados despectivamente "palomares") de Cerro Norte. "Lo sintieron como una agresión, pese a que ahora la mayor parte de los habitantes de esos complejos son gente de trabajo", precisa la concejal.

El empresario Eduardo González recuerda que la creación de los "palomares" de Cerro Norte, que hoy lucen modestísimos pero dignos si se los compara con los clásicos "cantegriles", "fue un shock para el barrio".

VIEJOS Y JÓVENES. La Villa está formada por una sucesión de casas pequeñas, muchas de ellas construidas en torno al 900, que se acomodan ordenadamente en las laderas del cerro. La rodean a lo lejos un cinturón de asentamientos precarios antiguos, como los que se extienden a lo largo de los accesos a Montevideo, y otros más nuevos, surgidos en la última década: en el Oeste, en torno a los caminos Cibils y Paso de la Boyada; y en Cerro Norte, como Maracaná Sur, en las inmediaciones del estadio Tróccoli y del cuartel La Paloma.

El Cerro es el décimo barrio con más habitantes de Montevideo (los más poblados son Pocitos, Cordón y Unión). Perdió el 9,6% de sus pobladores entre 1996 y 2004 debido a la emigración. La amplia zona lindera, entre Casabó y Pajas Blancas, ubicada hacia el Este, incrementó su población 22,4% en el mismo período. Los barrios La Paloma-Tomkinson, que incluyen a Cerro Norte, experimentaron una tasa de crecimiento similar. Las personas más pobres huyen hacia la periferia en busca de tierra barata.

Pese a que las rejas predominan en la antigua Villa como en todo Montevideo, "esto es muy tranquilo", repite Dumas (45), quien atiende el decaído bar Tropical, ubicado sobre la calle Grecia, antaño llamado Munich, un centro clave de reunión juvenil. Allí robustas rubias hijas de lituanos o polacos alternaban con otros gringos y con jóvenes de rasgos criollos. "Cómo no va a ser tranquilo si los jóvenes se van del Cerro y solo quedan los viejos", insiste Dumas. ¿Quiere ver muchos jóvenes? Pues entonces vaya a Cerro Norte, a Casabó y los asentamientos marginales más recientes, donde las familias tienen muchos hijos.