viernes, 29 de marzo de 2013

El Cerro, un viejo barrio en retirada

Villa del Cerro. Sus pobladores, que disminuyen y han envejecido, conservan una fuerte identidad y cierto orgullo. Pero al Norte y al Oeste proliferan los asentamientos en tierras municipales.

MIGUEL ARREGUI

¿Es "zona roja", una trampa para ingenuos? Los lugareños lo niegan. En la barriada, repleta de leyendas, se vive con relativa tranquilidad, aunque en los amplios territorios que la rodean abundan las acechanzas.

Entre fines de la década de 1950 y la de 1960, un tiempo de creciente depresión económica y radicalismo político, el puente sobre el Pantanoso, límite Este de la Villa del Cerro, fue el epicentro de repetidos combates entre manifestantes de la industria frigorífica y policías. Se lo conoció como "Paralelo 38", en alusión al belicoso límite entre las dos Corea.

Mucha agua y de la sucia ha corrido desde entonces bajo el puente del Pantanoso. La Villa del Cerro, que hasta entrado el siglo XX fue una población cercana pero diferente de Montevideo, es ahora un barrio más, con sus grandezas y miserias, aunque con signos distintivos y cierto orgullo.

La barriada se integra con personas que conservan "una fuerte identidad y que, en general, no se quieren ir", afirma la psicóloga Adriana Rojas (46), concejal del Municipio A en representación del Frente Amplio-MPP.

Pese a que desde hace al menos medio siglo el Cerro es un "barrio dormitorio", habitado por personas que trabajan lejos de casa, encuentran en él lo que desean y a bajo costo: reconocimiento, una rambla, una playa, paisaje y sol, dice la concejal Rojas.

Eduardo González (49), un empresario que vivió muchos años en el barrio aunque ya no, está de acuerdo. "La gente no necesitaba ir a Montevideo: acá tenían todo lo que deseaban". González rememora: "El viejo Taboada, que ya murió, pasó 20 años sin cruzar el puente del Pantanoso. ¿Para qué?".

VILLA COSMÓPOLIS. El cerro de Montevideo, que da nombre al barrio, es una formación de rocas cristalinas que domina el área desde sus 136 metros de altura. Es la zona más alta de la capital uruguaya, seguida por el Cerrito. Lo coronan la vieja fortaleza erigida entre 1809 y 1811, museo militar desde su restauración completada en 1939, y un faro que, con diversos cambios, está operativo desde 1802. El Cerro es un símbolo característico de la ciudad, tanto que le dio nombre (Monte vidi) e integra el Escudo Nacional, creado en 1829, antes de que hubiera barrio alguno en la zona.

En la antigua zona colonial llamada Estancia La Caballada del Rey, más tarde ocupada por malolientes saladeros y graserías, algunos empresarios pioneros fomentaron una urbanización destinada a esclavos e inmigrantes. El proyecto fue reconocido formalmente el 9 de septiembre de 1834, cuando el vicepresidente -luego presidente interino- Carlos Anaya decretó la fundación de Villa Cosmópolis, en griego "Ciudad Universal", proyecto impulsado luego por el presidente Manuel Oribe, quien asumió el 1º de marzo de 1835. Entonces Montevideo no tenía más de 20.000 habitantes concentrados en Ciudad Vieja, el naciente Centro (entonces llamado Ciudad Nueva) y una zona circundante de chacras, viviendas aisladas y rancheríos.

"Hay pocos lugares en el mundo, diría ninguno de su tamaño, donde la comunidad se forme de tan diferentes naciones. Aquí se pueden encontrar españoles, brasileños, italianos, franceses, ingleses, portugueses, hamburgueses, suecos, prusianos y rusos; también americanos y sardos", observó el viajero inglés W. Whittle en 1842, cuando el gobierno de Montevideo, presidido por Joaquín Suárez aunque liderado por Fructuoso Rivera, estaba en guerra con los blancos y federales de Manuel Oribe y Juan Manuel de Rosas.

La interminable Guerra Grande, librada entre 1839 y 1851, hizo del Cerro tierra de nadie: área de combates esporádicos. Pero la población se incrementó radicalmente en la segunda mitad del siglo XIX, cuando el país multiplicó el número de habitantes casi por diez, con el aporte de extranjeros de las más diversas nacionalidades. Entonces el Estado oriental era "la California del Sur", al decir del argentino Juan Bautista Alberdi.

En la zona del Cerro, todavía región agrícola, proliferaron los saladeros, barracas, depósitos de carbón, pequeños astilleros y muelles. Los obreros se radicaban en derredor. En 1867 las calles de la ya denominada Villa del Cerro tomaron la nomenclatura de "Veintisiete naciones, una confederación y una provincia de España", según un diario de la época. La población se comunicaba con Montevideo mediante barquichuelos que atravesaban la bahía o bien, dando un rodeo, por barrosos caminos que cruzaban malamente los arroyos Pantanoso y Miguelete.

DOS ZONAS: NORTE Y SUR. En la actualidad el Cerro también es un nombre genérico que, en el imaginario popular, se aplica a un territorio muy grande y muy poblado, con amplios manchones de asentamientos misérrimos y proliferación de "zonas rojas" delictivas. Pero en rigor es un barrio tradicional, apacible e integrado, con aire de ciudad del Interior, que se ubica en las faldas del Cerro de Montevideo y la bahía portuaria. No tiene más de 429 hectáreas y reúne unos 30.000 pobladores.

Si bien el Oeste de Montevideo no es precisamente un sitio de moda, la mayor parte de los líos están más allá de las fronteras estrictas del barrio Cerro.

La avenida Carlos María Ramírez divide el barrio en dos zonas muy diferentes: al Sur el casco tradicional de la Villa, con la mayor parte de los servicios, el cerro, el parque Carlos Vaz Ferreira, la fortaleza y la playa; al Norte, hasta la ruta 1, se acomodaron los más pobres, los establecimientos fabriles, áreas de depósitos y los asentamientos precarios de población en tierras municipales. Cerro Norte y más allá es "zona roja" por excelencia, como ciertas áreas ubicadas al Oeste del camino Cibils, en los alrededores de Casabó.

Con el paso de los años las barriadas precarias se han ido regularizando: calles, agua, electricidad, a veces saneamiento y los inevitables impuestos; pero otras nuevas brotan como hongos.

Al noroeste del Cerro todavía predominan las zonas rurales: el Rincón del Cerro; en tanto Pajas Blancas, que se ubica al Oeste de Casabó y Santa Catalina, conserva cierto perfil de balneario.

¿El poblador tradicional de la Villa se siente agredido por el entorno de marginación y "zonas rojas"? "Ya no, lo entendieron", afirma la concejal Adriana Rojas, quien vive en la zona desde hace 26 años. Esa resignación comenzó cuando, durante el gobierno de Juan María Bordaberry (1972-1976), muchas familias del Borro fueron instaladas en complejos de viviendas (llamados despectivamente "palomares") de Cerro Norte. "Lo sintieron como una agresión, pese a que ahora la mayor parte de los habitantes de esos complejos son gente de trabajo", precisa la concejal.

El empresario Eduardo González recuerda que la creación de los "palomares" de Cerro Norte, que hoy lucen modestísimos pero dignos si se los compara con los clásicos "cantegriles", "fue un shock para el barrio".

VIEJOS Y JÓVENES. La Villa está formada por una sucesión de casas pequeñas, muchas de ellas construidas en torno al 900, que se acomodan ordenadamente en las laderas del cerro. La rodean a lo lejos un cinturón de asentamientos precarios antiguos, como los que se extienden a lo largo de los accesos a Montevideo, y otros más nuevos, surgidos en la última década: en el Oeste, en torno a los caminos Cibils y Paso de la Boyada; y en Cerro Norte, como Maracaná Sur, en las inmediaciones del estadio Tróccoli y del cuartel La Paloma.

El Cerro es el décimo barrio con más habitantes de Montevideo (los más poblados son Pocitos, Cordón y Unión). Perdió el 9,6% de sus pobladores entre 1996 y 2004 debido a la emigración. La amplia zona lindera, entre Casabó y Pajas Blancas, ubicada hacia el Este, incrementó su población 22,4% en el mismo período. Los barrios La Paloma-Tomkinson, que incluyen a Cerro Norte, experimentaron una tasa de crecimiento similar. Las personas más pobres huyen hacia la periferia en busca de tierra barata.

Pese a que las rejas predominan en la antigua Villa como en todo Montevideo, "esto es muy tranquilo", repite Dumas (45), quien atiende el decaído bar Tropical, ubicado sobre la calle Grecia, antaño llamado Munich, un centro clave de reunión juvenil. Allí robustas rubias hijas de lituanos o polacos alternaban con otros gringos y con jóvenes de rasgos criollos. "Cómo no va a ser tranquilo si los jóvenes se van del Cerro y solo quedan los viejos", insiste Dumas. ¿Quiere ver muchos jóvenes? Pues entonces vaya a Cerro Norte, a Casabó y los asentamientos marginales más recientes, donde las familias tienen muchos hijos.

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