viernes, 29 de marzo de 2013

Fortaleza del Cerro...Tiroteo entre la Policía y los "tupas"


"Un hecho desagradable que tuve en el parador fue que en 1970 los `tupas` me lo rompieron todo", recuerda Everly Rodríguez, dueño del local del Cerro durante 25 años. Cuando se le pregunta bajo qué pretexto atacaron el lugar, el empresario responde: "porque consideraban que ahí iba a divertirse la oligarquía".
"Pintaron los sillones, las paredes, rompieron todo. Y yo en 10 días lo volví a abrir. Iba la gente a ofrecerme plata, porque necesitaba dinero para reciclarlo. El público tenía un gran afecto por el local. En ese momento estuve a punto de irme del país. Yo había estado dos veces en Porto Alegre y pensé en irme para allá. Pero lo reciclé y siguió caminando", recordó Rodríguez.
Ninguno de aquellos tupamaros le pidió disculpas después. "Yo sé quienes son. Hoy están todos en puestos importantes. Ellos vienen acá (al Hotel Riviera, donde se hacen las actividades de la Asociación de Dirigentes de Marketing) y yo los atiendo. En mi caso, ya olvidé, pero hay mucha gente que no, que sigue dando vuelta la manija", añadió.
PARTE POLICIAL. Los tupamaros habían robado de una casa de Carrasco un automóvil Ford Fairlane que pertenecía al abogado Felipe Paolillo Núñez, catedrático de la Facultad de Derecho. Con él se trasladaron hasta el Parador del Cerro. Era el 13 de diciembre de 1970.
Según la versión oficial, el grupo estaba conformado por cuatro hombres y dos mujeres, que redujeron a Rodríguez y a su madre esgrimiendo sendas armas de fuego. Comenzaron a hacer todo tipo de destrozos. Eran las 8 de la mañana y recién se habían ido los últimos clientes.
Sin embargo, lograron alertar a la Policía, que al principio pensó que se trataba de una broma. Cuando llegaron los uniformados, comenzó un intenso tiroteo a corta distancia. El propio Rodríguez llegó a efectuar un disparo.
Los tupamaros subieron al Ford Fairlane y comenzó una persecución, la cual terminó cuando el vehículo robado pinchó un neumático.
Sus ocupantes fugaron corriendo, sin que pudieran ser aprehendidos. El vehículo de la Seccional 24ª quedó con el parabrisas destrozado a consecuencia de los impactos de bala, pero ninguno de sus ocupantes resultó herido.
El País Digital

"Llegar al Cerro era una excursión, pero el parador siempre funcionó"

Comenzó su actividad empresarial con 25 años en el Parador del Cerro. Hizo del lugar un espacio único, amigándose con el barrio ni bien llegó. Organizó shows con los más importantes artistas del momento y se retiró en 1990, luego de un cuarto de siglo de actividad. Continuó con distintos emprendimientos que lo transformaron en un empresario serio y respetado. Con 68 años, no reniega de sus inicios: aquellos días en los que hacía publicidad con una chata y cargaba parlantes en el baúl de su automóvil.
A. L. R.
-¿Cuánto tiempo estuvo a cargo del parador?
-Desde 1965 a 1990. Empecé cuando tenía 25 años y lo dejé con 50.
-¿En qué estado estaba el edificio en 1965?
-Era una tapera y había un empleado municipal al que le pagaban para que la atendiera. Llamaron a licitación y yo fui el único que me presenté. No conocía nada del negocio de la gastronomía y de ese tipo de cosas. Pero me imaginaba que eso tenía que funcionar, porque era un lugar espectacular, con una vista privilegiada. Sin embargo, no me lo querían dar, porque yo no tenía antecedentes en el oficio. En ese momento, había un Concejo Departamental, no era un intendente solo. Ahí luché, conversé y al final me lo dieron, por lo que empecé mi actividad comercial. Por entonces trabajaba en Ancap. Había turnos rotativos, de 6 horas. Y yo había arreglado hacer desde las 6 de la mañana hasta el mediodía. De tarde, atendía el negocio. Con el tiempo, me compré un jeep y una chata para hacer publicidad rodante. Remolcaba la chata con el jeep por 18 de Julio. Después la desenganchaba, la dejaba en la Plaza Libertad, y me iba al Cerro a cambiarme de ropa.
-¿Cuál fue el primer show que contrató?
-Los primeros que actuaron en vivo fueron Los Panchos. Pero los auténticos Panchos, con "Chucho" Navarro, Alfredo Gil y Enrique Cáceres. Fue un desastre: la gente se iba sin pagar, se escapaba por las ventanas. Pero el espectáculo fue un éxito: ahí me di cuenta que la cosa funcionaba.
-Siguieron varios "pesos pesados" por ese escenario...
-Luego llevamos a Joan Manuel Serrat, a Vinicius (de Moraes), Astor Piazzolla. A todos los conjuntos folclóricos argentinos, desde Los Chalchaleros a Los de la Huella, pasando por Industria Nacional y muchos otros. Los tangueros estuvieron todos. Víctor Mauré, por ejemplo, que era un fenómeno en Montevideo y no tan conocido en Buenos Aires, me llenaba el local los jueves. ¿A quién llevás hoy día a un local de ese tipo entre semana? A nadie. Cuando tocaban Los Olimareños, la gente se agolpaba para entrar. Lo mismo ocurría con Alfredo Zitarrosa. Cuando venía Edmundo Rivero y hacíamos seis o siete "salidas" en el día. Empezábamos temprano en la radio El Espectador, después seguíamos por (los boliches) Bonanza, Cafetín de Antaño y otros. Era muy fácil hacer varias salidas, porque venía con tres guitarreros y ya estaba, no necesitaba más nada.
-¿Qué recuerda de la actuación de Joan Manuel Serrat? Por aquel entonces, el español comenzaba a "descubrir" Montevideo.
-Serrat hacía primero el Teatro Solís y después el Parador del Cerro. En aquel momento nosotros "reforzábamos" el audio que él usaba. Cuando terminó de actuar en el Solís, yo cargué mis parlantes en la valija del auto y salí corriendo para el Cerro para armar todo allá. Hoy, Serrat actúa con un camión de equipos. Son épocas totalmente distintas.
-Algunos de los espectáculos que usted trajo al Uruguay fueron bastante polémicos, como el de la Cicciolina, la porno diputada italiana.
-Fue muy cuestionado. En aquella época mostrar un seno era todo un revuelo. Aparte, eran unos senos comunes, chiquitos. Ahora, lo ves en televisión todos los días con semejantes implantes.
-Visto desde la perspectiva actual el lugar no parece tan atractivo. Hay muchos problemas de seguridad producto, sobre todo, de la pasta base que en aquel entonces no existía. Además, está "a contramano" del actual circuito de boliches…
-En aquel entonces también había otros locales "abajo" en la ciudad. Yo siempre dije: si llevo gente al Cerro, abro un local acá abajo y ando muy bien. Ahí fue que empecé a buscar un lugar para abrir una especie de "sucursal". Hice negocio con el Hotel Oceanía, en la rambla, y abrí New York y el salón Makao, con un tipo de público muy similar. Pero el Cerro fue increíble. La gente iba al parador cuando no estaban los accesos. Daban toda la vuelta por Agraciada y por la barrera del ferrocarril. Ir al Cerro era una excursión. Y mis clientes no eran de ahí, eran del Centro, de Pocitos y de Carrasco. Y pedían por teléfono la reserva.
-¿Cómo manejaba el tema de la seguridad?
-Hay que buscarle la vuelta. Había un "cantegril" por allá atrás, pero no existía la pasta base, era otra gente. Yo les daba trabajo: los ponía a limpiar la cocina, a cuidar los autos, a cortar el pasto. Se integraban al negocio, fue la forma que se me ocurrió de dominar el problema. Y funcionó bien, no había robos ni problemas. Yo salía y veía los shows a través de los vidrios, mientras tomaba un café. Era una satisfacción y un placer ver la casa llena, y que todo saliera bien.
-¿Alguna noche escandalosa que recuerde ahora?
-Una noche en la que actuaba Alberto Cortez hubo un problema con los policías que estaban en el local. Se pusieron a tomar y a discutir entre ellos. Se paró el show y salieron. Entonces, un fotógrafo les sacó una foto. Y yo no tuve mejor idea que llevarla a la jefatura. Se armó un lío bárbaro. Los pusieron presos y yo tuve que ir a un juzgado. Y bueno, obviamente lo que pasó con los "tupas".

Perfil

Nombre: Everly Rodríguez
Edad: 68 años
Ocupación: Empresario artístico, turístico y gastronómico

El amigo de los famosos

Tiene a su cargo el Teatro Metro y otros emprendimientos turísticos y gastronómicos. Su base de operaciones se encuentra, desde hace años, en el Hotel Riviera. Tuvo a su cargo el Parador del Cerro durante un cuarto de siglo, en el que transformó al lugar en un verdadero fenómeno de la movida montevideana. Por allí desfiló lo más granado del espectáculo rioplatense, situación que le granjeó la amistad de muchos artistas. Uno de los últimos shows que produjo fue el de Soledad, que generó polémica por los dichos de la cantante respecto a la producción de celulosa en Uruguay.
El País Digital





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