jueves, 11 de abril de 2013

La Boyada: del olvido a las computadoras


El Cerro de Montevideo se resiste a despegarse del suelo. Desde bulevar Artigas y Uruguayana, su fortaleza blanca saluda con un resplandor de aviso para marineros. Más adelante, la ciudad de altos edificios va dejando lugar a casitas bajas de humilde chapa, y en muchos casos sin puertas, a altas chimeneas de fábricas muertas y de fábricas latiendo, humeando el humo de la producción.
Entonces, con el Estadio Luis Tróccoli de perfil, el edificio de ladrillos se dibuja como un espejismo. En realidad, dos escuelas nos recibieron aquel mediodía de lunes, una a tres cuadras de la otra. Una, por ser una hermosa y moderna edificación de casi un millón de dólares, se llevó los aplausos de LA REPUBLICA y de otros cuatro medios, todos televisivos. La idea era visitar un centro escolar público que, entre la aparente nada y un cuartel militar, se establece en el barrio La Boyada, precisamente en la zona de Nuevo Causeglia, con una singular edificación al nivel de cualquier institución privada para chicos de poder adquisitivo medio-alto.
“Es la escuela más linda del país”, dicen todos, desde maestros a autoridades escolares.

Los niños cibernautas
El plan piloto del Plan Ceibal llegó a Montevideo este año. Para 2009 se pretenden entregar más de 300.000 computadoras a todos los escolares del país. Los casi 800 niños matriculados en las dos escuelas visitadas, las número 95 y 371, iban contando rigurosamente los 12 días a partir de que llegó el Plan Ceibal a aquella zona.
“Hoy vimos en clase que Horacio Quiroga nació en Salto y estamos buscando en el mapa qué tan lejos está de Montevideo”, explicó la maestra de segundo año de la escuela 95, mientras Melina, concentrada frente a su teclado verde, exploraba por el buscador.
Estábamos allí, en la escuela 95, donde ni siquiera la novedad de una cámara de fotos y las visitas hacían desconcentrar a los niños de su objetivo. “Acá lo tengo”, sonrió Melina señalando en el mapa de Uruguay el norteño Salto. La matemática, la historia, la lengua tienen hoy con este plan otra fisonomía.
Los docentes de ambas escuelas se quejan de la poca capacitación en didáctica que les brindó el Consejo de Primaria para usar las laptops, a pesar de haber contado con un curso. Hasta el momento, los maestros intentan aplicar los contenidos educativos de acuerdo a los recursos de las pecés.

Del olvido al mundo
De contexto crítico, ambos centros comparten una zona de influencia donde convergen varios de los barrios más olvidados y estigmatizados de la capital y el país. Los maestros insisten en que el barrio cambió, que la zona presenta sus propias dificultades y que en ella el mayor problema de los niños no es tanto el abandono estudiantil, sino la alta inasistencia. Otro problema, si de lo educativo hablamos, es la tasa de repetición, que escala al 27% en primer año en la escuela 95. Los vecinos hoy miran con alegría la llegada del nuevo edificio escolar y de las laptops, que entre ambos dio una nueva realidad al barrio.
“Ves cómo vienen, se acercan a la escuela y aprovechan la conexión a Internet”, explicó la directora de la escuela 95 en referncia a los jóvenes del barrio. Según ella, la zona ha tenido un cambio radical con la llegada del Plan Ceibal. “Ahora vienen de tarde, y eso es muy bueno porque acerca a los niños a la escuela, pero también a los jóvenes y adultos. Evita que anden haciendo otras cosas en las esquinas”.

La escuela 371
La escuela 371 -”la más linda del país”- está en el barrio La Boyada y le costó al Estado la suma de US$ 877.097. Presenta una moderna edificación realizada en ladrillos con rejas exteriores e interiores y un enorme patio que cuenta, entre otras cosas, con una rampa doble de hormigón. Tiene salones amplios con ventanales, y un reluciente espacio que, sobre todas las cosas, favorece un ambiente educativo para que los niños puedan estudiar. “Esta es una gran inversión, un sueño hecho realidad”, explica Oscar Gómez (consejero de Primaria), que junto a su compañera de consejo, María Inés Gil, disfrutó de la obra recién inaugurada. A la visita concurrió un conocedor del barrio (ya que fue director de la vecina escuela): el consejero de la ANEP, Héctor Florit.
Mientras tanto, algunos niños desde una ventana del segundo piso de la escuela parecen filmar con su laptop verde manzana las entrevistas que los jerarcas concedían a la televisión. Oscar Gómez mantenía un recibo de luz que había llegado para la escuela 371, donde la abultada suma hacía pensar que tal vez algún vecino esté colgado a la electricidad del centro. Si es sobre seguridad, un policía recibe a los visitantes, alumnos, padres y maestros, que se acercan a una escuela que tiene a su alrededor zonas que son consideradas como de las más peligrosas de la capital.

La escuela 95
Con un portón ruidoso de gordos barrotes, paredes despintadas, sin rejas y con menor espacio físico, está la escuela 95. Este centro cuenta con un amplio patio donde se escuchan las risas de los niños, y algún grito de maestra que se entrevera con la música de una cumbia que suena en la radio de un vecino. Macarena Baño, directora del centro, explicó que “se les dio la oportunidad a los padres de cambiar a sus hijos a la 371, pero muchos prefirieron quedarse acá”.
La escuela 95 contaba con 411 alumnos y gracias a la apertura de la escuela 371 se pudo bajar la matrícula en 180. “Es que la idea de abrir esa escuela fue en parte bajar la superpoblación de la 95″, explicó Oscar Gómez.
La vieja escuela 95 puede contar la historia del barrio, debido a la gran cantidad de años que tiene allí. “Los niños de ambas escuelas son de contexto crítico”, nos dice una de las maestras antes de comenzar a visitar las clases. Actualmente existe la expectativa, tanto de maestros como de niños, por el nuevo nombre de la escuelita de La Boyada, que será “Unión Europea”, según una nueva ley.

La misma realidad
Las dos escuelas son públicas. Las dos están en el mismo barrio. La escuela 95 tiene un hermoso salón de computación. Oscar Gómez le pidió a la directora Baño que le informara qué utilidad se le daba a las máquinas donadas por una asociación civil. “Se complementan bien con las del Plan Ceibal”, explicó la jerarca. A su vez, los niños siguen recibiendo orientación en computación y en programas básicos, de Windows, con los que no cuentan las laptops del Plan Ceibal.
Sin dudas, las diferencias físicas entre ambas escuelas son abismales. Una tiene una infraestructura de último modelo. Pero el trabajo docente es igual de eficiente, porque en ambas escuelas, los maestros egresaron del mismo instituto. Ambas escuelas tienen en sus aulas a cientos de niños uruguayos. Todos visten la misma túnica y moña y reciben la misma educación. Tal vez sería bueno que todos los niños tengan una escuela como la 371. Por ahora, tanto en ella como en la 95, sus niños son privilegiados: sus laptops del Plan Ceibal funcionan igual, en un edificio o en otro.
FUENTE:  RED21

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